30.6.07

El triunfo.

El triunfo es un paso más.

Muchos pasos deberán darse hasta llegar.

Uno a la vez.


"Olvidando las cosas que voy dejando atrás y mirando a lo que está delante, procuro alcanzar la meta y recibir la recompensa a la que Dios me ha llamado por medio de Cristo Jesús."


Dedico estas palabras a mixequita con mi admiración.




(la ilustración gracias a: secundino gonzalez

25.6.07

Antiguas-modernas virtudes: humildad.

Generalmente pensamos que humilde es igual a pobre.


Muchos no quieren ser encasillados en semejante condición por el estigma social en que ha derivado la asociación.
Pero ser humilde es una valoración, una manera de ver el mundo, de reconocer a los otros. De apreciar sus cualidades.


La persona que al evaluarse considera que algo no está bien en su actitud y es capaz de corregirse, aunque le duela, ese podría decir que es humilde. El soberbio al no aceptar, o no ver ese defecto va perdiendo la capacidad de renovarse.


Se puede ser humilde o soberbio sin que medie la riqueza o el status.




Tal vez todo radique en esa buena receta del apóstol Pablo a los romanos: "Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado".


O sea, atina.





(la fotografía gracia de juan francisco somalo, hoy en santiago, con mucho frío.)

21.6.07

Antiguos-modernos pecados: soberbia.

Hay palabras que los medios sacan a relucir cada cierto tiempo, afines a determinadas personas.
Se dice que algunos son sencillos,
otros diplomáticos,
o con un gran sentido del humor.

La soberbia no es bien mirada
y sin embargo la palabra del hombre soberbio es respetada por la opinión pública.

Una paradoja chilensis.
Me recuerda aquella historia del rey Nabucodosor, guardando las distancias, obviamente.
"Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios. "
(la foto: miguel san millan)

19.6.07

De prisa.

Un hombre -bastante joven y con proyectos inconclusos- atropella a un muchacho con su automóvil en una calle de Santiago.

El parte policial certifica: exceso de velocidad.

Demasiada prisa para conducir puede ser fatal, de hecho lo ha sido en este caso.

Los tiempos modernos impulsan a los habitantes de la polis a vivir rápido.

Incluso algunos predicadores nos exhortan a "redimir el tiempo", como algo natural y sano.

Nadie hace un llamado a meditar en el silencio de algún monasterio o en la oscuridad de la noche (años atrás decíamos "en la inmortalidad del cangrejo" como una broma), en especial este invierno negro y frío. Nadie podría hacerlo pues ni silencio queda con el tráfico incesante de las calles atestadas de vehículos de toda índole, y cuando digo "vehículos de toda índole" es exactamente eso. Movilizarse en estos día ha venido a ser la primera necesidad, bicis, patines, triciclos, motos, motonetas, autos, burras, citrolas, fitos, simcas del año uno, micros destartaladas o modernas, metro, etc.
De prisa vivimos en una loca carrera por llegar ¿a dónde? ¿Antes que quién?

Transitar rápido destruye la contemplación de la belleza, el deleite de sentarse a paladear un capuchino o mirar cómo llueve por entre los visillos. Para qué vamos a hablar de misticismo o detenerse a orar en algún momento indeterminado. La prisa se asemeja a una enfermedad con la que se aprende a convivir, una piedrecilla en el zapato, una nube que obstruye la luz y en algunos casos más graves puede ser un arma mortal.


Se dice que las personas del siglo xxi estan sufriendo los más altos índices de estrés, termino muy popular a fines de siglo y recién enunciado por Selye en los años 50.

Tal vez la prisa no fuese desastrosa si pudiéramos dominarla, como a un caballo impetuoso que necesita riendas para gobernarlo. Tal vez pensando en eso el apóstol Pablo escribiendo a su discípulo Timoteo dice: "no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio".

15.6.07

Inamible.

Cuando leí por primera vez la palabra "inamible" en uno de esos cuentos entrañables de Baldomero Lillo, supe que mi mente era un grabador natural para guardar cualquier palabra rara. Aun con el paso del tiempo recuerdo algunas tan inverosímiles como:
Libélula, mistagogo, entelequia, eufemismo, vituperio, ligustrina, ruibarbo, tumble connection, inmanente, ubicuidad, fumata y un montón más.
Así es que cuando leí "ecléctico" en el blog de benjamín me pareció un buen sonido para agregar a mi lista. Porque la maravilla de una palabra no solo está en su escritura sino en el paladeo al momento de decirla, aparte de su significado o su historia.

Y si de historias se trata, un buen dato es esta página:

Si te inscribes te envían cada dos o tres días la historia de una palabra. Es bien interesante cómo se fue formando nuestro idioma.


(la belleza de foto es gracia de la agencia reuters)

13.6.07

Mientras llueve.

Miro por la ventana mientras llueve sin parar y tarareo una antigua canción de mi amigo Héctor.
Hace bien cantar con la lluvia como música de fondo.
El ave que me habita ama la música.


"Siempre que el sol

se me esconde

siento que el tiempo

se me va

como que faltan los ojos

es vivir sin ti, Señor.



Siento que esta vida

siento que este tiempo

no vale nada

si Tú no estás

si Tú te vas

si Tú me dejas

oh Cristo."

*
(la belleza de foto es de la agencia AP)

11.6.07

Momentos de desazón.

Nadie se libra de la desazón que ha venido para quedarse entre los habitantes de Santiago. Es una sensación que empieza a oprimirnos cada día y nos provoca cierto desconcierto. Me tiembla la mano mientras escribo y es la impresión de temor que hoy sentí mientras volvía a casa. Recuerdo que alguna vez sentí este estremecimiento ajeno a la cotidianeidad pacífica de nuestras calles (tú sabes cómo buscamos la paz y andamos en ella, evitando el odio o las riñas inconducentes).

El Metro, seis de la tarde. Saturado de hombres y mujeres que esperan encontrar un espacio medianamente cómodo (sólo piden un pequeño lugar donde quepa su humanidad) para volver a casa. Espero junto a ellos, el conjunto es un vaivén color negro-gris que ríe, conversaciones en voz baja, algunos escuchan música en sus audífonos, otros una concentrada lectura. De pronto me siento empujada hacia dentro del carro con tal violencia que creo caeré al piso. Unos a otros nos sujetamos y es tal la alteración de los cuerpos que apenas se puede respirar. No sé dónde estoy pisando y mis codos tratan de ahuecar un poco el espacio para acomodarme al lugar. Definitivamente estamos apilados como en carro de animales sin derecho a voz (sería imposible hablar algo en esas condiciones).

Nadie protesta. Extrañamente ¡no protestamos! Y es muy agraviante viajar en esas condiciones. Ya nadie dice nada. Las conversaciones se han cambiado por un mutismo cerrado y hosco.
Miro algunos rostros con cierta discreción. Veo pena, miedo, desaliento, tristeza. Veo derrota. Una desazón inexpresable. La tensión de soportar la cercanía extrema de cuerpos ajenos, olores penetrantes, virus.
Para liberarme de la rigidez empiezo a recordar algún poema. Palabras que aligeren mi espíritu; alguno que hable de lugares amplios y verdes praderas. Tal vez Walt Whitman y su "Canto a mi mismo" o a Neruda con esos versos que nos hablan los largos trenes del Sur. Sí, ese que recuerda aquellos medios de locomoción bastante precarios y sin embargo encantadores. Donde cada pasajero era un mundo por conocer y el viaje era tan extenso (a veces días y noches) que más de alguna amiga nos quedó como un regalo adicional.

Trenes del Sur, pequeños
entre
los volcanes,
deslizando
vagones
sobre
rieles
mojados
por la lluvia vitalicia,
entre montañas
crespas
y pesadumbre
de palos quemados.
Oh
frontera
de bosques goteantes,
de anchos helechos, de agua,
de coronas.
Oh territorio
fresco
recién salido del lago,
del río,
del mar o de la lluvia
con el pelo mojado,
con la cintura llena
de lianas portentosas,
y entonces
en el medio
de las vegetaciones,
en la raya
de la multiplicada cabellera,
un penacho perdido,
el plumero
de una locomotora fugitiva
con un tren arrastrando
cosas vagas
en la solemnidad aplastadora
de la naturaleza,
lanzando
un grito
de ansia,
de humo,
como un escalofrío
en el paisaje!
(sigue>>>)
(la foto del metro tobalaba es de plataforma urbana:

6.6.07

Día de oración por Chile.

Se ha convocado para el Día de Oración por Chile en la Plaza de la Constitución el día 8 de junio 2007 a las 18:30 horas.

Queremos que Dios tenga misericordia de nuestra nación, escuche nuestro clamor y nos visite poderosamente en avivamiento.

Creemos que Dios está derramando una unción de su Espíritu Santo en estos días y que lo seguirá haciendo en el tiempo próximo.



Invitan las iglesias evangélicas de Chile.
Si te atreves, ahí nos vemos.


(fuente:www.iglesiaanglicana.cl/)

5.6.07

De nuevo la belleza.

Todos saben que me gustan las rosas. Un gusto que comparto con millones de personas que aman la perfección de las flores. Los tulipanes, el hibisco, los crespones, en fin, estamos rodeados de tanta belleza que basta una mirada y quedados aturdidos, como si viajáramos a otra dimensión y la realidad fuera apenas un inconveniente temporal.
Un rostro reflejado en los vidrios del Metro, una canción, una risa de niño, una rosa como ésta, la maravilla no se esconde, siempre está ahí.
Pido a Dios que siempre haya belleza para tu mirada.
Y este poema, un regalo en este tiempo no tan feliz para una ciudad que sufre un crudo invierno.


Una rosa se abre sin testigos en el silencio de la noche.

En la cama de un hospital alguien ensaya trabajosamente
un gesto parecido al de morirse
o tal vez muere y nadie se da cuenta.

Unos brazos y un pecho tibio acogen
a la vida que nace de la sangre, entre sangre, llorando.

Alguien palpa la niebla, como buscando, fuera, el sol
que él cree que brilla.

Las estrellas contemplan
el baile de dos cuerpos enlazados, que se abrazan
en la música. Y caen. Y se alejan
uno del otro
por una calle entre veloces autos.

Y, mientras, una rosa, en el silencio
de la noche se abre para nadie.


(enrique baltanás )

(la foto de vassil donev para EFE)

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