El grito se escuchó en todo el barrio, un alarido casi inhumano que nos dejó a todos sobrecogidos de temor.
Toda la tarde habíamos estado buscando a Yes (se llamaba Yessenia), gritándo su nombre por las calles, por los canales, por los bosques de alrededor. Nada, ni huella de pies diminutos, ni un juguete olvidado, ni un leve olor a niña.
Corrimos desesperados, ahí, flotando dentro del pozo de su propio hogar estaba Yes, con su vestido de flores pequeñas y su muñeca de trapo en su misma posición, boca abajo, como si se hubiese propuesto acompañarla en ese viaje sin vuelta.
El agua que da vida le dio un abrazo demasiado prolongado y lloramos, sencillamente lloramos ¿qué otra cosa podíamos hacer frente a ese poder?
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1 comentario:
Ojo, que historia tan triste, el agua que nos da vida también se la llevo aYes
Un abrazo
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